Empecé a quererle por despecho, como quien necesita demostrarse que puede sentir nuevamente la sensación que produce volverse loco por alguien. Empecé a quererle por angustia, pues veía a la juventud escapar por la ventana sin pena ni gloria y eso me abrumaba.
También empecé a quererle porque estaba aburrido y agotado, necesitaba sentir alguna emoción distinta, algo que le recordara a mi sangre que aún fluía por las venas.
Y finalmente empecé a quererle por que me hacia reír hasta las lágrimas, sus palabras tenían manos y se acercaban a mis costillas hasta dejarme sin aliento. Creo que está loco, pero ese loco me hizo empezar a quererlo y ahora no sé si escapar, o seguir sintiendo.
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