sábado, 21 de marzo de 2020

Dicen que cuando uno es feliz no necesita de la escritura.
Aquí estoy.

Vivimos tiempos de locos, el mundo está parado, los corazones están rotos, los lazos personales enredados. Vuelvo aquí a modo de cura, de vaciamiento, de entender cómo tú fuiste el inicio de este caos que no ha hecho que rodar, y crecer y agigantarse.
Cómo he podido dejar de lado todas mis creencias y las convicciones que tanto me había costado construir.

Aquí estoy, he vuelto.


miércoles, 2 de mayo de 2018

Qué bonito se ve el corazón,
tan roto
y todavía latiendo.

domingo, 21 de enero de 2018

Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas.
Quiero decir: cosas que quiero borrar.

lunes, 29 de febrero de 2016

"Espero tenerte siempre entre mis brazos."

Hay momentos que son eternos.
Hay momentos en los que la tierra parece el cielo.
En ese momento, morí de felicidad.

martes, 16 de febrero de 2016

Errores de sustitución de sentimientos.

Puedes seguir mirando hacia otro lado todo el tiempo que quieras. Pero él jamás será yo.
Puedes redirigir tus sentimientos hacia otro corazón.
Sabes que nadie te hará latir como lo hago yo.

martes, 12 de enero de 2016

Cuéntame una que no me sepa.
Una que suene de muerte. Una de las que la gente cuentas sin saber si de verdad pasó. De esas que todos critican pero nadie entiende.

Cuéntame una de las que se viven al compás de la envidia de los demás. De las que nunca dicen que no a una botella de vino y siempre esperan al segundo antes de que sea demasiado tarde. Tic, tac.
Cuéntamelo. Cuéntame algo que nadie me haya tocado, tócame algo que nadie haya escuchado jamás. Desafíname las cuerdas y marca un ritmo. Coge carrerilla y dímelo. Dime lo que todos piensan y nadie se atreve a decir. Dilo.
Coge dos copas rotas y no tengas cuidado. Córtame la boca con eso que llaman ganas de todo y no te dejes nada. Repite, si puedes. Atáscate en el ascensor que viaja entre mi realidad y tu mundo paralelo. Sube, baja y vuelve a subir. Repite, si te atreves. Atrévete. Te.
Deja que suba la marea, finge que no sabes nadar. Recuérdame que hay una parte de mí que sabe respirar debajo del agua y a ras del mar. Ahógame las excusas. Dame una vuelta. Dame dos. Dame cien. Sin rodeos. No hagas pie.
Aguántame. La tormenta, la mirada, el vendaval. Aguanta. Las ganas, la paciencia, el tirón. Tírame.
Cuéntame una que no me sepa.
Esa que no nos dejaban ver cuando éramos pequeños. Una de esas que saben a lo que nunca podrás explicar y que explican por qué a veces es mejor no saber.

Bájame los plomos, llévame a bailar. Báilame. Lo que quieras, menos el agua. Báilame la atención mientras nos disfrazamos de indiferencia. Sé diferente. Ponme lo de siempre, que sepa como nunca. Ponme, a secas.
No vengas para quedarte. No te acabes de marchar. Prométeme que no volverás y ven otra vez. Ven, una y mil veces, y no te acostumbres ninguna. Llega tarde, pero llega. Vuelve a volver.
Dame cuerda y no la sueltes. Suéltame la mano y déjame colgar. Cuélgate.
Tira y no aflojes. Salta. Salta y deja que vaya detrás.
Cuéntame otra. Una de las que nunca hayas contado el final. Una que no sepas cómo acaba. Una que no sea como las demás.
Duéleme. Duéleme en todos y cada uno de los agujeros de los clavos de mi otro yo. Del yo que solo soy cuando se mojan las calles y canta Sabina en cualquier bar de mala muerte de las calles de mi cabeza. Cántame. No preguntes. Córtame los frenos y acelera, crúzame en rojo y sin mirar.
Cuéntame una que no me sepa. Una que tire abajo la torre de marfil a la que me he subido para poder verte venir.
Ven, no avises. Aparece sin llamar. Cámbiame los planes y convence a las horas ara que pasen volando. Vuela. Vuela por encima de mis posibilidades, y de las tuyas. Vuela alto y luego tírate en picado a por lo que queda por rescatar de nosotros cuando vuelve a salir el sol.
Ven.

Arranca. Arráncame las páginas y léeme la última frase del libro que nadie escribirá sobre mí. Mírame. Mírame mientras ato los cabos que se sueltan cuando se nos desabrocha la vergüenza y de pronto todo es lo que parece.
Aprieta el gatillo, dispara las palabras que nunca me oirás decir.
Dime que esta noche se acaba el mundo.

No me hables de mañana.
Háblame de ti.

Cuéntame una que no me sepa.
Cuéntame otra.
Cuéntamela otra vez.

lunes, 4 de enero de 2016

Menos mal que existes y no tengo que imaginarte.

martes, 17 de noviembre de 2015

No, no voy a irme contigo esta noche. Ni siquiera debería estar aquí. No podemos ser amigos y, desde luego, no podemos ser algo más. No podemos ser nada. Por eso quedamos aquí, charlamos, y durante unos minutos nos olvidamos de quien eres tú y quién soy yo. De quienes pudimos ser. Nos imaginamos las inmensas posibilidades que resbalan por nuestros dedos y ni siquiera podemos llegar a rozar. Porque eso es lo que somos. Posibilidades.
Dos personas que se olvidan del tiempo y del mundo, del daño que se hicieron y de los besos que no se dieron. Y nunca se darán. Y así es como ha de ser, los recuerdos mejor sumidos en el más profundo y penetrante silencio. Enterrados. Y los sentimientos también porque, a la larga, sólo desgarran ilusiones y descuartizan esperanzas. Cierra los ojos y recuerda cómo se quedó todo una vez, manchado de gris y de palabras amargas. No, créeme, no queremos que se repita ese desastre.
Lo cierto es, que no te quiero. No creo que pueda volver a quererte alguna vez. No creo que nos perdone la manera en que nos sacamos el uno del otro de nuestras vidas, a patadas. No creo que haya nada que levantar entre todas estas ruinas. Simplemente, cuando nos vemos, creo en eso de los viajes en el tiempo. Y por un instante, por un instante, todo. Por un instante todo. Y de nuevo, la tinta que escribe nuestra historia me sangra en mis heridas. Nada de esto merece la pena, porque hay cosas, viejo amigo, que no pueden ser.
Hay cosas que no pueden ser. Y hay personas que tampoco. Personas con las que, por elección nuestra, por elección suya o porque los planes se torcieron a medio camino, hay personas con las que nunca seremos lo que podríamos haber sido. Hay recuerdos que no se pueden sepultar. Y sólo vendiendo mis palabras y envenenando mis valores. Sólo cuando no tema arder en la hoguera de las malas decisiones. Interpretar esas películas de terribles desenlaces y finales tristes. Sólo entonces me permitiría darnos una oportunidad.
Por eso estas letras. Porque quiero que sepas que, pese a todo, quiero que todo te vaya bien. Con otra persona. Quiero que te alejes de los problemas, o que te alejes con los problemas, pero que te alejes de mis verbos en presente y en futuro. Porque los verbos en pasado ya huelen a tu perfume. Quiero que te lleves los fantasmas que me recuerdan a ti. Pero, sobre todo, de verdad, quiero que te vaya bien. Quiero que lo pongas todo patas arriba, a otra persona. Yo ya he colocado los muebles de mi vida demasiadas veces.
No voy a irme contigo esta noche. Simplemente, ya sabes, en la vida hay cosas que no pueden ser. Y tú eres la primera de mi lista.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Tú y yo: esas famosas líneas paralelas que en la teoría nunca se tienen que cruzar. Tú y yo, que una noche cualquiera jugamos a encontrar la manera práctica de salirnos disimuladamente del camino y chocarnos en algún lugar.
Dos renglones torcidos que aparentan rectitud para no tener que darle explicaciones al qué dirán. Una goma que se estira lo suficiente pero nunca demasiado. Siempre cerca, a veces lejos, tira, afloja. Y volver.
Y aquí estamos.
Tú: maneras de querer, que un día pueden con todo y al otro no saben de nada. Tú, vida a dolor y ganas de comerse el mundo por el tejado. Tú, vacíos existenciales llenos de momentos que dan ganas de existir.
Tú, voluntad sin planes que vive el momento porque mañana puede no llegar nunca. Tú, que sigues buscando maneras de pelear una causa que hace mucho se perdió. Yo, que siempre lucho a tu vera en guerras paralelas que nadie conoce.
Yo, que no quiero hacer ruido por no despertar a la bestia. Tú, catástrofe natural que no sabe andar de puntillas. Tú, peligro a la vista con traje de luces en busca de peores plazas en las que torear. Yo, mirada atenta desde el burladero esperando a que corra la sangre.
Tú, puerta que sólo se abre hacia fuera. Yo, que nunca sé si usar la llave o llamar antes de entrar. Tú, obviar lo obvio negando lo innegable. Yo, silencios que hace tiempo aprendiste a leer.
Tú, veranos que no acaban. Yo, estaciones que se adaptan a tus vientos. Tú, olmo cansado de que le pidan peras. Yo, ley de la reciprocidad por bandera y lealtad como libro de cabecera que no acepta peros.
Tú, morir matando. Yo, herida por arma de fuego con disfraz de sonrisa. Tú, fuerza imparable. Yo,objeto inamovible. Paradoja imposible en el mismo universo a la vez.
Tú, que corres en círculos cerrados. Yo, que ya aprendí a no correr detrás de quien sabe dónde estoy.
Tú, que no lo sabes. Yo, que sí lo sé.

Tú, luz de gas que se enciende al calor de un secreto que grita a pleno pulmón. Yo, grandes esperanzas que aprendieron a ser pacientes a fuerza de esperar lo inesperado. Tú, que sólo oyes. Yo, que te digo lo que no quieres escuchar.
Tú, baile infinito de horas que siempre llegan tarde y sin peinar. Yo, tiempo de sobra que nunca impacienta y te sabe bailar. Tú, mentiras piadosas dichas a medias. Yo, cojo que aprendió a correr más que un mentiroso para seguirte el ritmo.
Tú, acantilado frente al mar de una vida que aún está por compartir. Yo, que nunca me acuerdo de mirar antes de saltar. Tú, que siempre caes de pie. Yo, que tengo siete vidas.
Tú, heridas de guerra que nadie ha conseguido curar. Yo, colección de cicatrices que me recuerdan quién soy. Tú, libertad que busca dueño sin correa. Yo, avión que pide pista para aterrizar.
Tú, inconsciencia consciente de sus tropiezos que siempre encuentra nuevos agujeros en los que meter la pata. Yo, que juré no juzgarte más y me dedico a saltar en los charcos que dejas cuando pasas.
Tú, calmas que preceden tormentas. Yo, barco sin timón que siempre capea el temporal. Tú, abrazos a destiempo que no saben si dicen hola o adiós. Yo, don de la oportunidad que pasea por tu espalda y no sabe decir ‘quédate’. Tú, que si buscas encuentras. Yo, que me dejo encontrar.
Tú, y tu mundo genial de las cosas que dices.
Yo, y mi extraña manía de enamorarme de las que haces.

Y aquí seguimos.
Tú, que nunca dices nada.
Yo, que me sobran las palabras.

Tú, ida y vuelta.
Yo, sólo ida y no mires atrás.

Tú, una de cal.
Yo, dibujando en la arena.

Tú, una noche cualquiera.
Yo, los días que hagan falta.

Tú.

domingo, 30 de agosto de 2015

Algunos pájaros no están hechos para estar enjaulados, eso es todo. Tienen plumas demasiado brillantes, su canto es demasiado dulce y libre. Así que, o les dejas ir, o, cuando abres la jaula para darles de comer, se las arreglan para escapar volando. Y la parte de ti que en el fondo sabe que era un error tenerlos cautivos se alegra, pero el lugar en que vives se vuelve mucho más triste tras su partida.