martes, 27 de diciembre de 2011


¿Qué dirían si supieran que sigo guardando todos aquellos mensajes tuyos en el móvil, y que, de vez en cuando los repaso con el ansia del primer día? Pues es verdad, y también lo es que los contesto, más de una vez, aunque no los mande... Les cambio las palabras a los que sí envié, el sentido, haciendo que dejen de significar lo que significaron, convirtiéndolos en otra cosa.
Imagino lo que hubiera pasado con estas nuevas letras en lugar de las que mandé. Porque una frase, una palabra, es un arma cargada, como decía aquél, y una vez disparada no tiene marcha atrás. Eso es algo que todos deberíamos tener siempre en cuenta. Y es que después sólo queda la oportunidad de fantasear y retorcer los recuerdos hasta el infinito, convirtiendo el pasado en un presente enfermizo.

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