Quizás esté ya cansado de cargar con tanto peso de más. Quizás es que ha llegado el momento de sincerarse sobrios y dejarlo todo al desnudo. De una vez por todas, y también por las que vendrán. Y puede que al final algún día no necesitemos ningún manual y aprendamos la lección de que el secreto del secreto está en no tener secretos, porque precisamente son las verdades las que hacen que seamos quienes somos.
Que es mejor lanzar la bola de nieve cuando es pequeña que dejarla rodar cuesta abajo, acumular más nieve y seguir creciendo. Que puede que después de confesar eso que no te atreves a decir, no haya vuelta atrás pero, no pasa nada, yo ya solo miro el futuro. Y que luego, si por una vez nos cuadran las cuentas, dejaremos de escuchar a los médicos y nos fumaremos un cigarro, como si fuéramos a morir.
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