Me encuentro en un punto de inflexión. Justo en el borde en el que puedo levantarme o puedo caer con la misma facilidad, no avanzo, pero tampoco retrocedo.
Podría decir que es una especie de estado de enajenación mental, mi cuerpo en la tierra y mi cabeza en las nubes, sin saber cómo ni porqué he llegado donde estoy. Y así pasan los minutos, las horas... y la monotonía me corroe las entrañas. Me he perdido, espero encontrarme pronto.