jueves, 30 de mayo de 2013


Poco a poco moría su amor, y nadie hacía nada para salvarlo.
Se convirtieron en esclavos del tiempo, en títeres de la rutina.
Cada cual en su mundo, cada cual por su lado.
Ayer, su amor se alimentaba de besos de buenos días, caricias suaves, abrazos mimosos y sin previo aviso, mensajes bonitos, cenas romántica a la luz de la luna, largas charlas, lecturas compartidas, viernes de películas y tardes de paseos cogidos de las manos.
Los pequeños detalles que marcaban la diferencia en su romance, y lo impregnaba de una magia indescriptible, fueron sustituidos por las ausencias, las desganas, las pocas palabras...
La promesa de un "para toda la vida juntos" se les escurría entre sus dedos, mientras la indiferencia les robaba el papel principal de su historia. Formaron un gran abismo entre ellos, que era difícil cruzar tanta distancia para abrazarse de nuevo.
El amor, indignado, todo herido y maltratado se marchaba, se escapaba por la ventana más próxima. 
Pues a esas dos almas, más que el amor, los unía la costumbre. 

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